¡Bienvenidos a mi blog! Espero que os guste

jueves, 17 de abril de 2014

"Y que hago aquí, mirando al cielo."

Y entonces te das cuenta de que tu nombre está en la lista. Una llamada, un mensaje, un abrazo o una sonrisa. Todo vale para enterarte de que estás ahí, camuflado entre los otros 99, como intentando no llamar la atención y que las miradas pasen de largo. Como si tu vida no acabara de cambiar.

Minutos después, aún con la piel de gallina,empiezas a sentir un enorme peso sobre tus hombros. No es la presión por los resultados, que se fue hace un rato. Tampoco es que tu cabeza haya engordado de repente, creo. Es el peso de las numerosas capas de abrigo que sabes que te va a tocar llevar. Porque sí, te vas a Canadá, al otro lado del charco. Ve asimilándolo, porque es verdad. Diez meses rodeado de osos dispuestos a devorarte al primer paso en falso a 6000 kilómetros de tu hogar, donde tus huesos no se puedan recuperar fácilmente. Un curso académico sin tu familia (la española, la de sangre), sin tus amigos de toda la vida, fuera de tu entorno... Un año, a primeras, duro.

A veces me siento como si llevara unos meses con una venda negra en los ojos, dando pasos sin saber a donde voy, sin saber si unos metros más adelante se encuentra un precipicio o el paraíso. Pero no lo pienso, quizás esta sensación de hacer lo que crees correcto, sin meditarlo, sea lo que a los adultos y demás entendidos les gusta llamar "vivir". Quizás haya sido uno de estos pasos el que me haya conducido a crear este blog. Puede ser que lo acabe abandonando en el rincón más oscuro de mi taquilla (sí, al fin tendré una taquilla donde guardar los libros que se me caerán al chocarme con la jefa de las animadoras del instituto o con la presidenta del club de ajedrez), pero puede que, mientras tanto, ayude a algún alumno confuso y perdido de generaciones posteriores, a alguien como yo.

A simple vista, uno puede pensar que Canadá y España son muy diferentes. Y... por lo que nos cuentan Mercedes, Alf, Héctor, Tito y compañía (becados de la primera edición que nos han aguantado tanto que se tienen ganado el cielo, pero ya hablare de ellos otro día) lo son. Pero se que hay, al menos, una cosa en común. De ahí el nombre de esta entrada. Todavía me queda el consuelo de saber que podré mirar el frío e inspirador cielo canadiense y veré lo mismo que "mi gente" aquí. Las estrellas, al menos, son las mismas. El firmamento como enlace entre mis dos vidas.

Para terminar la primera entrada de este diario, quería dar las gracias a mucha gente, pero en concreto, a los demás becados que he conocido. Gente maravillosa que no duda en sacarte una sonrisa cuando ves todo gris. ¡Y eso que ni te conocen en persona! Dedicaré una entrada (o muchas) de agradecimiento más adelante, pero no quería concluir por hoy sin, al menos, mencionaros (lo confieso, me han amenazado de muerte si no decía algo de ellos en mi blog).

PD: plagiando un poco a Tomás (su GENIAL blog se encuentra a la izquierda), el título de esta entrada coincide con una frase que da nombre a una canción de Huecco. Es la típica canción preciosa que se escucha el último día de cada campamento de verano, cuando se intercambian miles de abrazos bañados en lágrimas. Es una canción que me encanta y a la vez, la odio. La asocio con despedidas y no puedo evitar emocionarme. Dicho esto, espero que os haya gustado. Gracias por leerme, ¡os ánimo a comentar! Atentamente, Carlos Gandiaga.